Como pájaros negros,
extendieron sus alas,
y sentí que en mi frente,
su frescor resbalaba,
pero luego, de pronto,
me clavaron su garra.
Presentí el torvo pico,
desgarrarme la entraña,
¡Aún me alcé decidida,
rechazando su furia
con las manos tendidas
en clamores de angustía!
Asustadas se fueron,
más después retornaron
y me escarban las sienes,
y me rompen el cráneo.
Son las dudas…¿comprendes?
Fuiste tú quien las trajo,
y es inútil que quieran
apartarlas tus manos.
