Soy ambas.
La persona triste y la persona que trata de reconfortar a la persona triste.
Me siento un poco mal por la segunda y por toda la compasión que muestra por que de alguna manera eso me dice que ambas hemos pasado por las mismas cosas. El ciclo se repite.
Es como cuando estas parada en medio de dos espejos, te mueves a un costado, solo para observar tu imagen desmoronándose hacia el infinito.
Así se siente a veces, como si estuviera triste por la persona ahí parada y por todas esas posibles versiones de mi misma.
