Y entonces dijo: «por favor, ámame,» pero lo que quería decir era: por favor, trátame con delicadeza.
Quería encontrar un amor que se pudiera sentir, que se pudiese tocar.
Un amor del cual pudiera escribir un poema infinito, y en caso de que terminara poder levantar la vista al cielo y decirse a si misma: «ese fue un buen amor, tuvo que terminar pero fue algo pacificamente bueno.«