«Por que siempre le das a los demás una parte de tu cuerpo pero nunca una parte de tu mente?» Me preguntó.
«Tal vez por que es más fácil y simple hacer eso que dejar entrar a extraños a un lugar que ni siquiera yo conozco. Además, en dado caso de que los dejase entrar, sería muy triste que ellos encontraran algo que yo no pude, sería muy triste cederle a alguien más la responsabilidad y el honor de descubrirte, de conocerte ya que de esta manera, cuando se van de tu vida, se llevan una parte de ti y te dejan sintiéndote como un extraño en tu propio ser. Y yo no quiero eso.» Le respondí.