Si digo que no lloré como Magdalena con esta película, estaría mintiendo. Si quieren ver algo que les haga sentir mucho les recomiendo esta película ampliamente.

Creo que todos conocemos la historia de «Le Petit Prince « de Antoine de Saint-Exupéry, sobre este pequeño niño que vive en un planeta mas pequeño que él y decide explorar el universo y otros planetas, en los cuales se encuentran personajes muy peculiares que básicamente reflejan lo vacías, materialistas y egocentristas que se vuelven las personas al crecer. Al igual que en la historia, la película sigue teniendo este mensaje sobre la sabiduría y la visión de los niños hacia el mundo y su manera de entenderlo, cosas que a veces uno pierde (o olvida) al entrar en la vida adulta.

Aunque en la película se cuente la historia original, esta sufre un pequeño plot twist ya que da la impresión de ser narrada como en tercera persona.

La película empieza con una niña y su madre, cuando estas se mudan a unos suburbios y se percatan de una casa muy peculiar al lado de la suya, la niña entabla una amistad con su nuevo vecino – el aviador – que es quien le empieza a contar su historia con El Principito.

Sin duda es una de las películas que les quisiera mostrar a mis futuros hijos y compartir con todas aquellas personas que alguna vez se han sentido solo como parte de una sociedad pero no como un ser individual. Tengan en mente como es que se comportaría un niño ante el mundo – sin esperar nada a cambio, disfrutar de las pequeñas cosas, estar abierto al cambio y hacer todo con empatía – e intente hacerlo usted en su vida, algo debería de cambiar, aún por mas pequeño que sea ese cambio no deja de ser un paso hacia delante. Una película sobre la inocencia del amor, expectativas, cambio, aceptación, perdón, perdida y todas las emociones que se juntan al combinar una de las historias más populares para niños y la dirección de Mark Osborne, una adaptación muy agradable a los ojos y al corazón.